Page 92 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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92 Rafael Ramón Castellanos
el cumplimiento de tales preceptos. Y frente a esta última opinión
no faltó quien sostuviera que la aplicación se lograría por ministerio
de los elementos coactivos invocados en el artículo 13.
En una carta dirigida al General Santander por el ciudadano José
Manuel Restrepo nos encontramos con este juicio general sobre los
tratados: “He recibido los tratados de Armisticio y de Regulariza-
ción de la Guerra. Este es efectivamente muy filantrópico y hemos
adelantado infinito...”. Como se ve, se estimaba que habíamos pro-
gresado en el camino de la independencia, del reconocimiento y de
la civilización.
Hubo que chocar con el criterio personal de muchos jefes califi-
cados, quienes todavía eran personalmente partidarios de la prolon-
gación de la guerra a muerte, y de consiguiente, de la contienda no
regulada. En una carta dirigida al General Santander por el General
José Antonio Páez, con fecha 22 de enero de 1821, desde la pobla-
ción de Achaguas, se sostiene lo que sigue: “Yo jamás cesaré de darle
enhorabuena y congratularme con usted por esa sabrosa ejecución
de Barreiro y sus socios. Ojalá que mañana pudiera alegrarme de
otro espectáculo igual. Ojalá que usted pudiera vengar de algún
modo la sangre de los ilustres granadinos cuyos gritos resuenan des-
de las sepulturas. Ojalá que con montones de osamentas españolas
pudiese alegrar el lugar de los suplicios de nuestros compatriotas;
ojalá que fuese posible a los americanos separar del globo hasta la
memoria de España. Estos, compañero, son mis sentimientos: cal-
cule usted por ellos si su procedimiento me habrá sido grato.
Muchos sentían y opinaban en la misma forma que el General
Páez. Había que persuadirlos, convencerlos y obligarlos, según las
circunstancias. Esto se logró a través de instrucciones, recomenda-
ciones y ordenanzas, controlándose así en lo posible las manifesta-
ciones de incivilización y de anarquía.
En las filas realistas también se creyó que solamente por la vía de
la intimidación, de la violencia y del crimen, se podía rehabilitar la
plenitud del imperio español a partir del año 20.