Page 94 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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94  Rafael Ramón Castellanos



                   Con el cumplimiento bilateral de los convenios la Gran Co-
                 lombia adquirió jerarquía, nombre y majestad de entidad capaz
                 de obligarse. El General Pedro Briceño Méndez en forma objeti-
                 va y elegante precisó el mérito y proyección del tratado, cuando
                 dijo al Vicepresidente de la Gran Colombia: “Nada tengo que
                 decir á V.E. sobre el tratado de regularización de la guerra. Jamás
                 ningún pueblo en guerra ha manifestado tal liberalidad. Estaba
                 reservada a Colombia la gloría de dar al mundo lecciones no
                 sólo de valor y constancia, sino de humanidad, en medio de los
                 odios y del furor que el derecho de represalias contra sus enemi-
                 gos había excitado en todos los corazones. S.E. quiere que este
                 tratado, monumento eterno de nuestra honra y filantropía, se
                 imprima a continuación del de armisticio.
                   Si la madre España celebra tratados como el comentado, es cla-
                 ro que los demás Estados podían y hasta debían considerar la po-
                 sibilidad y conveniencia de entenderse con la nueva República. 119

               Vista esta persuasiva exégesis vamos a la cita de un hecho que dista
             mucho de la guerra a muerte, y cuyo medio ambiente fue el Oriente
             de Venezuela cuando aún estaba lejos de la conquista de la libertad y el
             nacimiento del órgano jurídico legislativo que fue el Congreso de An-
             gostura. Tiene efecto el 25 de mayo de 1813 cuando el Capitán General
             Domingo Monteverde es derrotado en la tercera batalla de Maturín que
             todas las ganó el intrépido Piar entre el 13 de abril y esta última fecha.
             Hace la cita que nos interesa el historiador venezolano Bartolomé Ta-

             vera Acosta, así:
                   Fue en esta última batalla cuando aprovechó Piar por vez pri-
                 mera la ocasión para estimular el valor moral y militar de sus sol-
                 dados al ordenar que los cadáveres del teniente Antonio Bosch y
                 del capitán de fragata Pedro Cabrera, ambos del ejército realista,
                 fueran enterrados en el cementerio de la ciudad con todos los



             [ 119 ]_ Ídem, p. 347-349.
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