Page 86 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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86 Rafael Ramón Castellanos
tecedentes en el Derecho Internacional Americano exceptuando el Tratado
celebrado entre las Provincias de Caracas y Cundinamarca, en 1811, siendo
los Comisionados el eminente canónigo chileno José Cortés de Madariaga
y el pedagogo y también intelectual Jorge Tadeo Lozano. De resto nada
más en materia de relaciones diplomáticas hubo de efectos tan concluyentes
para la República joven, sino éstos en los cuales la participación de Antonio
José de Sucre va a prestigiar una constante muy bien avalada, pues no se
puede exponer criterio alguno en la materia internacional sobre el meollo
de nuestra independencia, sin que vayan adelante la palabra de Bolívar y la
acción de Sucre, o la palabra de Sucre y la acción de Bolívar.
Si las guerras han sido en los parámetros de la formación histórica de la
humanidad, un quehacer doloroso y trágico, envolvente no sólo de conglo-
merados, naciones o países, sino de continentes enteros, todas conducen
imperativamente a la búsqueda de la paz y, asimilado el objetivo, a pesar
que muchas veces logre imponerse el más fuerte sobre el vencido, o la sinra-
zón que le brinda a los triunfantes el ser ellos quienes dicten las condiciones,
los sucesos bélicos desembocan incuestionablemente en el diálogo. Así lo
fundamentó en tal materia la obra primordial de Bolívar y Sucre.
Lograr la paz entre la ardentía de la contienda armada, que es más difícil
que perder la paz para que se inicie cualquier conflagración, tiene relación
directa con los valores éticos de los máximos conductores y con el espíritu
humanitario de los mismos. Antonio José de Sucre es eso en la historia de
América y del Universo. En las puertas de la guerra civil en 1817 alumbró
con su sabiduría de hombre joven, de apenas veintidós años de edad, que por
sobre la estrategia, la logística y la formación de los ejércitos, le había nacido
con su personalidad, la sensitiva majestad siempre vigente de que la palabra
es aún más poderosa que los más perfeccionados instrumentos para la guerra.
Y el verbo fue para Antonio José de Sucre un aliado y un aliciente. Con
la palabra logró convencer al general José Francisco Bermúdez, en aquellos
interminables días de su altanería revolucionaria; deshizo los amagos sepa-