Page 60 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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60 Rafael Ramón Castellanos
a los que deseen sangre y la derramen injustamente. El General
Morillo, después de otros dichos llenos de liberalidad: “Castigue el
cielo a los que no estén animados de los mismos sentimientos de
paz y amistad que nosotros”. El Brigadier Correa: “Prefiero este día
a todas las victorias de la tierra”. Don Juan Rodríguez del Toro: “La
muerte me es indiferente después de un día tan glorioso”. Un Co-
lombiano: “Que la última página de la historia militar de Colombia
termine en el 27 de Noviembre”.
De resto hubo amenidad, franqueza, cordialidad y confianza.
Concluida la comida, la conversación continuó sostenida por par-
tidas de oficiales de una y otra parte, que no cesaban de felicitarse
por los acontecimientos que habían producido aquella entrevista.
Boyacá, Riego, Quiroga fueron un manantial inagotable de hechos
dignos y gloriosos que se celebraron con placer. Los esfuerzos he-
roicos de los guerreros colombianos y españoles se refirieron con
entusiasmo y se elogiaron con desprendimiento. En este día me-
morable, sólo presidían la verdad y la justicia: las pasiones injustas
no tuvieron entrada en un círculo de hombres, que sentían toda su
dignidad. Un momento de tan venturosa existencia, vale por siglos.
El General La Torre manifestó un carácter franco y liberal, pre-
sentó con candor y firmeza su adhesión a la libertad, y en el discurso
de una larga conversación con S. E. el Presidente, le dijo una vez
transportado: “Descenderemos juntos a los infiernos en persecu-
ción de los tiranos”. El Presidente correspondió a cada uno de estos
rasgos heroicos con sentimientos de admiración y gratitud. Enaje-
nado durante esta entrevista ha contemplado el poder de la justicia
y el triunfo de la libertad.
A la mañana del día siguiente, S.S. E.E. se dirigieron de nue-
vo a la piedra, se estrecharon mil veces: repitieron sus promesas y
sentimientos: vitorearon alternativamente las naciones española y
colombiana, imitando su ejemplo todos los Oficiales, y se separa-
ron llenos de placer y satisfacción. Tal ha sido la entrevista de Santa
Ana. ¡Ojalá que sus consecuencias sean conformes a los sentimien-