Page 386 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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386 Rafael Ramón Castellanos
el sello a la pública felicidad. dando al país instituciones dictadas por
la experiencia, adecuadas a sus necesidades, y apoyadas en la voluntad
popular. La temeraria empresa de un general valiente, si bien obs-
cureció un instante el horizonte de nuestras esperanzas demostró al
momento inmediato que los pueblos apetecen orden y reposo; cuan-
do aparecen extraviados, es porque los impelen algunos que desean
emplearlos como instrumento de sus fines o pasiones.
Instalado ya el Congreso Constituyente, y contando con el apopo
del Libertador de medio mundo para sostener sus tareas, va a comen-
zarlas. El experimenta la pena de tener que lamentar con vos, en su
primer acto, que la junta de una ciudad ilustre se haya excedido de
lo que prescribía el objeto legal de su reunión. Esto no obstante, el
Congreso posee la confianza de que cuando descienda la reflexión a
las profundidades de la conciencia, todos los ciudadanos encontra-
rán que el bien común demanda que se aguarden y obedezcan en
la calma de las pasiones los dictados de la soberanía nacional, espe-
cialmente cuando estos dictados han de fundarse en los intereses y la
voluntad de la mayoría y han de tener por término la felicidad del
pueblo colombiano.
Fiel a la Ley Fundamental de Colombia, el Congreso no se separará
de lo que en ella se prescribe acerca del pacto de unión y de la forma
de gobierno. Al jefe del ejecutivo incumbe hacer respetar el prime-
ro: al Congreso estatuir sobre la segunda. Al cimentar el imperio de
las instituciones, la repre sentación nacional consultará los hechos de
nuestra historia, examinará las necesidades de la república, tratará de
satisfacer por los medios posibles a lo que exigen los intereses genera-
les, no menos que los intereses locales, aprovechándose de las tristísi-
mas, pero saludables lecciones de la experiencia.
Estableciendo sobre una base sólida la autoridad legal del hombre
sobre el hombre, el Congreso cuidará también de disminuir cuanto
sea dable la influencia del acaso, y pondrá todo su conato en dar a la
nación cuantas salvaguardias sean imaginables contra el despotismo
y contra la anarquía, a fin de que los que tanto han trabajado por
crearse una patria, no la busquen en vano.