Page 312 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
P. 312
312 Rafael Ramón Castellanos
Comenzaría un período de dubitativas interpretaciones en cuanto a la
sinceridad del gobierno de las provincias del Río de la Plata con respecto
a Bolivia, aunque Sucre, como ya vimos, había despachado para Buenos
Aires a José Mariano Serrano, en su calidad de Ministro Plenipotenciario
de Bolivia con el encargo de lograr el reconocimiento de la independencia.
Así mismo aquel Estado tenía acreditado con el mismo rango en Bolivia
al doctor Miguel Díaz Vélez, quien desempeñaba estas funciones desde el
mes de octubre de 1825; personaje que había sostenido una posición emi-
nentemente favorable a las buenas relaciones entre ambos países, pero que
daría un gran vuelco en estos meses de 1826 posiblemente porque vacilaba
en cuanto a las determinaciones que debería tomar para dar fe de su des-
empeño realmente diplomático y opinaba inmiscuyéndose en los asuntos
internos del país, acaso sorprendido por las reacciones que la tolerancia
argentina había brindado al capitán López Matute en la Provincia de Salta.
Todo esto acontecía en medio de la incertidumbre que había creado el
enfrentamiento bélico entre el Imperio del Brasil y las Provincias Unidas
del Río de la Plata por la usurpación que hiciera aquél de los territorios de
la Banda Oriental de Uruguay. Pero también, por otra parte, la sublevación
de Tarija, cuya meta era romper con el gobierno de Buenos Aires y cobijarse
bajo la bandera boliviana sumaba otro atenuante en la brecha que comen-
zaba a abrirse. Sin embargo Antonio José de Sucre se esmera en mantener
sus más preclaras manifestaciones de siempre en cuanto a las relaciones in-
ternacionales. Le escribe desde Chuquisaca, el 9 de septiembre de 1826, al
general Carlos María de Alvear quien había sido Enviado Plenipotenciario
en Bolivia, junto con el doctor Díaz Vélez, quien se había ausentado para
Buenos Aires en enero de este último año. El texto epistolar tiene, entre
otras cosas, estos aspectos:
La carta que Vd. ha tenido la bondad de escribirme el 3 de agosto,
me ha sido muy satisfactoria, porque veo que Vd. iba a tomar el
mando del ejército oriental y me prometo que esta medida produz-