Page 313 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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La dimension internacionaL deL Gran mariscaL de ayacucho 313



             ca efecto de una importancia suma a la causa de los argentinos en
             su contienda con el Brasil.
               Yo hubiera deseado, sin embargo, que esa guerra hubiera teni-
             do un término por negociaciones, pues que cualquiera que sean
             las ventajas que Vd. pueda obtener, la guerra siempre es un mal.
             Nuestra América necesita de la paz, y yo soy de opinión de buscarla
             a toda diligencia. No habiendo otro partido, veo que Vds. deben
             hacer todos los esfuerzos para hacer desaparecer la guerra por medio
             de rápidas operaciones, y con una fuerte masa. Por esto es que cele-
             bro el aumento y organización de las fuerzas nacionales argentinas
             en los términos que Vd. se sirve indicarme; y no menos celebro que
             Vds. tengan tantos recursos disponibles para sostener su contienda.
               Se queja Vd. de que los demás Estados de América hayan estado
             tranquilos al observar la lucha de Vds. pero no me parece esta queja
             tan bien fundada, a lo menos por las repúblicas de que yo tengo co-
             nocimiento. El gobierno de Colombia me pide noticias del estado de
             la guerra argentina, porque me dice que Vds. no se han entendido
             con él para nada, ni él sabe otra cosa más que lo que dicen las Gacetas.
             Entiendo que el gobierno del Perú está en el mismo caso. En cuanto
             al de Bolivia, se han empeñado en Buenos Aires, aun a admitir su
             Enviado, y no habiendo bases sobre que establecer relaciones, no sé
             cómo puede tomarse parte activa ni indirecta, cuando los ultrajes no
             son los que inducen a la buena armonía. Juzgue Vd. con todo esto, si
             tienen razón los argentinos de quejarse de la indiferencia de los demás
             estados o si sólo la tienen para quejarse de su gobierno.

               Hubo un tiempo en el que yo excité el entusiasmo del ejército
             hasta ansiar con delirio ayudar a Vds. pero Vd. convendrá con-
             migo, en que el lenguaje insolente de sus papeles ministeriales, no
             era el que podía conservar este sentimiento de amistad, y con todo
             eso aún nuestras tropas no dejarían de presentarse con gusto si sus
             gobiernos tomaran parte en la contienda.
               Agradezco infinitamente las complacencias que Vd. me hace
             al hablar de mi admisión del mando de Bolivia. Vd. habrá visto
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