Page 315 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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La dimension internacionaL deL Gran mariscaL de ayacucho 315
creo que los del gobierno de Buenos Aires me complican en ese
suceso pero aunque hacia ellos me importan tres bledos lo que
opinen, no estoy en el mismo caso respecto de Vd. que fue el
encargado de manejar con el Libertador esta negociación; así lo
protesto a fe de caballero, que ni una carta mía, ni un emisario,
ni el más pequeño paso de mi parte ha producido esa novedad
de Tarija; y aun juraría que ningún funcionario de Bolivia es
comprendido en ella.
Sin embargo, este congreso ha resuelto que el gobierno tome
bajo su protección a Tarija, como altoperuanos que son los habi-
tantes de aquella provincia, hasta que tenga lugar un tratado de
límites que decida finalmente el asunto, y así se avisa oficialmen-
te a ese gobierno. A pesar de la inadmisión de nuestro enviado,
he resuelto dar al señor Madero, instrucciones y poderes para
ese tratado de límites, porque si no quiere admitirlo ni tener
explicaciones, los nuevos ultrajes añadirán más motivos de sepa-
ración, y si llegamos al caso de un rompimiento, no será porque
el gobierno de Bolivia lo solicite. Ya he dicho a Vd. al principio
de esta carta, que nuestra América necesita de la paz, y que en
mi opinión debe preocuparse a toda diligencia.
No obstante eso, parece que nuestra vida, no nos debe presen-
tar como hombres que tienen miedo de los balazos. Confieso
que sólo forzado ante el mundo, los disparan las tropas que yo
mande, a hombres que hayan servido en cualquiera parte defen-
diendo la causa de la independencia americana.
He estado vacilando si escribiré a Vd. este artículo pero la
franqueza militar me aconseja hacerlo. Por aquí se dice con re-
ferencia a cartas de Buenos Aires, que Vd. ha vendido a ese go-
bierno los secretos que le confió el Libertador. Yo no sé si él le
ha confiado secretos que valgan algo, pero considerándolo a Vd.
un caballero, he definido y sostenido que Vd. es incapaz de una
baja acción. Sin embargo de que ni yo, ni en general los colom-
bianos creerán tal vileza, he pensado no estar de más noticiar a