Page 246 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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246 Rafael Ramón Castellanos
Vea Vd. ahora mismo, mi general, lo que sucede ¿qué necesidad
tengo yo de pasar otro disgusto como el que tengo hoy, por asun-
tos en que toda mi aspiración se reduce a complacer a Vd. y servir
al país?, no, mi general, yo no debo ser sino un simple ciudadano;
terminada la guerra de los españoles debo seguir a mi corazón.
En esta semana escribiré al gobierno de Buenos Aires y le ma-
nifestaré los motivos en que he fundado mi decreto; le expresaré
que ninguna ambición o mira me ha conducido, sino el bien de la
América y el evitar la anarquía a estos pueblos; y le diré que respecto
a que la asamblea no se reunirá hasta el 25 de mayo, ellos pueden
tomar sus medidas en todo. Estoy cierto, mi general, que cuando
Vd. venga aquí aprobará la convocatoria de esta asamblea; este paso
ha sido un bien para Vd., para el ejército, para la América, para mí,
y aun para acabar la guerra.
O’Connor salió esta mañana para ponerse a la cabeza de los 1.700
hombres que están en La Lava y destruir los 270 hombres que tiene
Barbarucho; le he prevenido que acabada esa cosa ponga un bata-
llón en Tupiza, otro en Tarija y el Regimiento de Dragones donde
haya pastos. El Número 2° está aquí; el número 1° va a Chuquisaca
y los Húsares de Junín irán a Cochabamba.
Ruego a Vd., mi general, que si esta carta lo molesta algo me per-
done; nunca piense Vd. que yo lo incomode; únicamente juzgue
que quiero ponerme a cubierto y mostrar mi buena fe en todo. 336
Respuesta sincera, dolida, franca y ecuánime, ésta del Mariscal, aunque
están expuestos algunos criterios casi como reclamación a la actitud del Li-
bertador en la correspondencia del 21 de febrero. Hay quienes han dejado
filtrar juicios sobre celos o envidia de parte del Padre de la Patria por no
haber sido él el iniciador del proceso, sin embargo el historiador boliviano
Alcides Arguedas, denso pensador y estudioso severo, expresa que
Fácilmente se concibe la consternación, el espanto más bien, que
semejante carta reprobatoria debía causar en el espíritu de Sucre,
[ 336 ]_ SUCRE, De mi propia mano, Tomo I, p. 223-228.