Page 238 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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238 Rafael Ramón Castellanos
a mis órdenes con el ejército que manda, y no tiene que hacer sino
lo que yo le ordeno. El ejército de Colombia ha venido aquí a mis
órdenes para que, como jefe del Perú, le dé dirección y haga con
él la guerra a los españoles. V. manda el ejército como general de
Colombia; pero no como general de la nación, y yo, sin mandar
el ejército como general, lo mando como auxiliar de la nación que
presido. Esto lo digo en respuesta a los compromisos de que V.
habla. Yo no le doy a Vd. órdenes como jefe de Colombia, porque
no lo soy; pero sí como jefe del territorio que está en guerra con el
Alto Perú, no habiendo límites entre enemigos.
Ni V., ni yo, ni el congreso mismo del Perú, ni el de Colom-
bia, podemos romper y violar la base del derecho público que
tenemos reconocido en América. Esta base es, que los gobiernos
republicanos se fundan entre los límites de los antiguos virreina-
tos, capitanías generales o presidencias, como la de Chile. El Alto
Perú es una dependencia del Virreinato de Buenos Aires, depen-
dencia inmediata como la de Quito de Santafé. Chile, aunque era
dependencia del Perú, ya estaba separado del Perú algunos años
antes de la revolución, como Guatemala de la Nueva España. Así
es que ambas a dos, de estas presidencias han podido ser indepen-
dientes de sus antiguos virreinatos; pero Quito ni Charcas pueden
serlo en justicia, a menos que por un convenio entre partes, por
resultados de una guerra o de un congreso, se logre entablar y
concluir un tratado. Según dice V. piensa convocar una asamblea
de dichas provincias. Desde luego la convocación misma es un
acto de soberanía.
Además llamando V. estas provincias a ejercer su soberanía, las
separa de hecho de las demás provincias del Río de la Plata. Desde
luego V. logrará con dicha medida la desaprobación del Río de la
Plata, de Perú y de Colombia misma que no puede ver, ni con indi-
ferencia siquiera, que V. rompa los derechos que tenemos a la pre-
sidencia de Quito, por antiguos límites del antiguo virreinato. Por
supuesto, Buenos Aires tendrá mucha justicia, y al Perú no le puede