Page 179 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
P. 179
La dimension internacionaL deL Gran mariscaL de ayacucho 179
destino, registrará con respeto los protocolos del Istmo: en él encon-
trará el plan de las primeras alianzas, que trazará la marcha de nuestras
relaciones con el universo. ¿Qué será entonces el Istmo de Corinto
con el de Panamá? 254
Determinante y rotunda es pues en 1823 la actuación de Sucre, como
emisario diplomático colombiano ante el gobierno del Perú. Su conducta
estuvo ajustada a las más claras determinaciones dentro de los principios de
entendimiento entre Estados amigos, y aunque sería por 1832 que el gran
internacionalista Andrés Bello habría de publicar sus Principios de Derecho
Internacional ya venía de antiquísimos tiempos la teoría que Sucre practicó
y que el autor del libro ajusta en los siguientes párrafos del capítulo “Los
derechos y funciones de los agentes diplomáticos” con los cuales el Plenipo-
tenciario colombiano se había lucido y ejercía ponderadamente su erizado y
muy difícil trabajo:
El objeto más esencial de las misiones diplomáticas —apunta Be-
llo— es mantener la buena inteligencia entre los respectivos gobier-
nos, desvaneciendo las preocupaciones desfavorables, y sosteniendo
los derechos nacionales con una firmeza templada por la moderación.
Es un deber del Ministro estudiar los intereses mutuos de los dos
países, sondear las miras y disposiciones del gobierno ante quien está
acreditado, y dar cuenta a su soberano de todo lo que pueda impor-
tarle. Debe así mismo velar sobre la observancia de los tratados, y
defender a sus compatriotas de toda vejación e injusticia. Circuns-
pección, reserva, decoro en sus comunicaciones verbales y escritas,
son cualidades absolutamente necesarias para el buen suceso de su
encargo. Aun en los casos de buena desavenencia y declarado rompi-
miento, debe el ministro ser medido en su lenguaje, y mucho más en
sus acciones, guardando puntualmente las reglas de cortesía que exige
la independencia de la nación en cuyo seno reside, y las formalidades
de etiqueta, que la costumbre ha introducido.
[ 254 ]_ Ídem, Tomo IV, p. 214.