Page 184 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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184  Rafael Ramón Castellanos



             a la ciudad de Trujillo, dadas las amenazas que sobre Lima hacían las fuerzas
             realistas, el Mariscal José de la Riva Agüero se opuso rotundamente, por lo cual
             el Legislativo, lleno de indignación, lo depuso, nombrando al general Antonio
             José de Sucre en su reemplazo, pero el jefe patriota
                   rechazó en el acto el nombramiento; pues temía que los peruanos
                 llegaran a pensar, como efectivamente sucedió, que aquella designa-
                 ción del Congreso era obra de intrigas suyas; cuando era público y
                 notorio que le causara disgusto profundo cualquier discusión o cual-
                 quier consulta sobre los asuntos interiores de aquella desventurada
                 república. 260
               Laureano Villanueva destaca este episodio con todos los discernimientos
             que evidenciaron la luminosidad de la actitud del Héroe en el orden de sus
             consideraciones. Expresa el historiador venezolano que
                   Insistió no obstante el Congreso en el nombramiento; y el 21 al
                 mediodía se le llama por una comisión de Diputados a prestar el jura-
                 mento, como Jefe Supremo del Perú. Excusóse otra vez, exponiendo
                 que no le era permitido aceptar tan alto y grave empleo, como tam-
                 poco el mando del ejército, por las razones alegadas anteriormente.
                   Otra diputación de cinco miembros fue en la tarde a su Cuartel, a
                 invitarle a comparecer ante el Congreso, para tratar de las materias de
                 guerra en su presencia; a lo cual accedió, por considerar la excitación
                 por extremo honrosa para sí. Pero en el seno mismo de la Cámara, se
                 negó a aceptar el nombramiento; como si se ruborizara su modestia,
                 con sólo proponerle que echara sobre sus hombros el peso inmenso
                 de los destinos de aquel colosal imperio.
                   Sostúvose un acalorado debate en el Congreso por dos horas, em-
                 peñándose los Diputados en convencerlo de la necesidad en que esta-
                 ba de aceptar la Dictadura del Perú, y salvar aquella plaza, que había
                 venido a ser por las circunstancias de la guerra, la esperanza de la

                 nación y la base de las operaciones militares.


             [ 260 ]_ VILLANUEVA, Laureano.- Op. cit. p. 239-240;
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