Page 169 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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La dimension internacionaL deL Gran mariscaL de ayacucho 169
venida como el único medio de salvar el Estado; todos se persuaden
de esta necesidad urgente, pero pienso que el partido ministerial es
opuesto a la venida de Vd. porque temen un desfalco a su influjo y a
su autoridad.
El Congreso está dividido en partidos: los que eran anti colombia-
nos, siendo ahora del de oposición al gobierno, quieren la venida de
Vd. o porque la creen de absoluta precisión, o por molestar al ejecu-
tivo; otro partido, de los restos del de los emigrados de Guayaquil,
teme a Vd. y no lo quieren y el ministerial muestra al público que sí
lo quieren pero influyen y sostienen en el congreso que debe dejarse
a la disposición entera del ejecutivo. Anteayer y ayer se discutió sobre
esto en el congreso en virtud de una indicación que hice a Heres y se
resolvió dar a Vd. las gracias por los auxilios enviados, y que el pre-
sidente del congreso arreglase con el ejecutivo si debía o no exigir de
Vd. su venida a todo trance. Me dicen que el presidente del Estado se
contentó con mostrar al del Congreso la Gaceta de Guayaquil en que
está la invitación hecha a Vd. por el general Portocarrero, y manifestó
que por tanto si Vd. no venía era porque no quería. Esto me hace
dudar de que no es cierta la llamada oficial y en forma a Vd. por los
dos diputados que se ha dicho al pueblo no llevaron a Guayaquil otro
ob jeto que ése. Yo he dicho al presidente que Vd. no vendrá sino con
la dignidad y el carácter correspondiente al Libertador de Colombia,
y con las facultades necesarias para dirigir la guerra con entera ampli-
tud en las provincias de asamblea. Siempre se me ha contestado con
palabras agradables pero inciertas, lo cual y el no haber podido lograr
ver los términos en que le llamó por los dos comisionados, me hace
creer que hay falta de sinceridad.
Entretanto no saben qué hacerse: los partidos en el ejército son inconci-
liables y no hay otro centro ni otra esperanza de mediación que la coloca-
ción de Vd. a la cabeza del ejército aliado. Ningún jefe se conviene con otro
de diferente estado, menos nosotros que decimos que obedecemos al que se
ponga. Esta moderación los ha incluido a solicitar que Valdés o yo tomemos
el mando del ejército como la sola esperanza de arreglar esta contradicción de