Page 164 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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164  Rafael Ramón Castellanos



               El agente diplomático de los Estados Unidos que absorto contemplaba
             con flemática actitud el desarrollo de este festín del decoro internacional,
             entre muy jóvenes repúblicas casi en la génesis de su independencia, fue
             lacónico: “Con los mismos sentimientos” y el Ministro de Guerra peruano
             lo emuló: “Para que no haya entre nosotros otra distinción, ni denomina-
             ción que la de americanos e hijos de la libertad”, cita con la cual cierra La
             Gaceta de Gobierno la información para destacar que “La fraternidad y
             alegría que rebosaba en todos los convidados presagiaba los triunfos de la
             nueva campaña”.

               El día 23 Sucre se dirige a los señores Secretarios del Soberano Congreso
             en una manifestación que ha sido mal interpretada por algunos de los his-
             toriadores peruanos que han hecho la radiografía de los acontecimientos en
             este período. Es una franca manifestación del caudillo militar desdoblado en

             diplomático y bien entrenado en los menesteres de las relaciones internacio-
             nales, para lo cual, a esfuerzo propio habíase consagrado desde muy temprana
             edad. Les expresa:
                   Al encargarme de la Legación de Colombia cerca del Gobierno de
                 la República Peruana, nada fue más grato para mí, que el imponerme
                 el deber de presentar al Soberano Congreso del Perú los sentimientos
                 de admiración y de respeto, con que la República de Colombia con-
                 templa al Cuerpo representativo de la gran familia peruana.

                   En los soberanos decretos del 5 y del 14 de este mes, promulgados
                 posteriormente en la Gaceta Oficial, he encontrado a la vez el más
                 solemne testimonio de gratitud de parte del Soberano Congreso, la
                 más grande confianza en las virtudes militares del Libertador de Co-
                 lombia, y el más alto concepto de influjo que se dispensa al General
                 Bolívar, con siderado capaz de dar una impulsión extraordinaria a la
                 próxima campaña. El Soberano Congreso del Perú ha añadido a mis
                 ordinarios deberes un nuevo y más noble motivo de reconocimiento.
                   Un solo ejército español es el que mancha hoy con sus plantas el
                 suelo peruano; y la América del Mediodía no reconoce otro enemi-
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