Page 50 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
P. 50

Ingenua y feliz como los niños y como los pueblos que no
           tienen historia, la Colonia se encierra toda dentro de la Iglesia, la
           casa y el convento. Yo creo, podría simbolizarla una voz femenina
           detrás de una celosía. Desnuda de política, de prensa, de guerras,
           de industrias y de negocios es la larga vacación de los hombres y
           el reinado sin crónica ni cronistas de las mujeres. Vida en comu-
           nidad uniforme y un poco misteriosa como la vida de los enclaus-
           trados es sin duda uno de los períodos más sugestivos que presenta
           en la historia del mundo entero la evolución de una sociedad que
           se madura en silencio. Sobria y caballerosa, como la Edad Media,

           fina como el siglo xviii francés, tiene algo más trascendental que la
           bonita sonrisa de las marquesas que leían a Rousseau. La Colonia
           no es escéptica. Indolente, tolerante y voluptuosa por exigencias del
           clima, detrás de su indolencia está la fe, el sacrificio a fuego lento de

           la vida entera, el amor trágico lleno de celos al modo español y una
           necesidad de ensueño que se alimenta con ideales lejanos y espera la
           llegada de algo incierto en el vaivén de una hamaca.
              Mi cariño por la Colonia no me llevaría nunca a decir como
           dicen algunos en momentos de lirismo que desearían haber nacido
           entonces. No. Yo me siento muy bien dentro de mi época y la
           admiro. Creo que para este momento tan corto que es nuestra exis-
           tencia, ella es un buen mirador bien aireado donde se puede pasar el
           rato distraído mirando libremente hacia todos los horizontes. Digan
           lo que quieran sus detractores, es una época valiente, inquieta, inte-
           ligente, generosa y tolerante, en el sentido de que acoge con idén-
           tico ardor una tras otra todas las intolerancias. Como esos amigos
           simpáticos, puntuales y un poco egoístas, reúne a muchas ventajas,
           la de que no podamos quererla demasiado. Sabe borrar a nuestro
           paso las pequeñas tragedias sentimentales y como nos ha libertado
           de muchos grandes terrores suele tenernos el corazón frotado,
           confortable y medio vacío como la sala de baño de un gran Palace.


                                         49
   45   46   47   48   49   50   51   52   53   54   55