Page 146 - Guanipa-Endenantico
P. 146
Guanipa Endenantico
Luther King y el suicidio nunca bien llorado y jamás acepta-
do de Marilyn Monroe. Década de la guerra de guerrillas en
América Latina, cuando toda una generación intentó tomar
el cielo por asalto, tras los pasos de un médico asmático que
juró sentir bajo sus talones el costillar de Rocinante. Y en
Venezuela, tiempos de luchas y sueños y de lo que Domingo
Alberto Rangel llamó la Revolución de las fantasías.
Muchos años después, como diría Gabriel
García Márquez, la universidad me envió a estudiar a España
un doctorado en ciencias de la información. Recalé por las
islas Canarias, específicamente en la de Tenerife, lugar donde
apareció por primera vez la virgen de La Candelaria. Yo quería
estudiar en Madrid o Barcelona, pero la santa patrona decidió
otra cosa. Allá, entre las brumas volcánicas del Teide, me ex-
plicaron por qué a Venezuela la bautizaron la octava isla. En
verdad, en nuestro país había tantos canarios como los que
habitan en la mayor de las islas del archipiélago. El destino
quiso que me trasladara, en el espacio y el tiempo, de la plaza
La Candelaria de Caracas a la ínsula donde la virgen inauguró
su luz y su aura, más allá del Atlántico y más acá de los sueños.
Todos esos avatares me trajeron hasta aquí, desde que
mi madre guayanesa cruzó el Orinoco para asentarse en la
Mesa de Guanipa, empujada por las carencias y atraída por los
mechurrios del oro negro que un día brotó del pozo bautiza-
do “Oficina G1” y después se expandió por toda esta sabana,
donde siglos antes los cielos solo eran iluminados por los soles
146