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Guanipa Endenantico


                  Aquel profesor de Educación Física nos marcaría como
            los buenos maestros que nunca se olvidan. Hoy su nombre

            engalana el Salón de la Fama del Deporte venezolano: Juan
            Facendo. Todo tenía esa atmósfera de primera vez y revelación.
            Los amigos que se hacen en esa etapa mágica y primaveral se
            quedan para siempre. Hicimos flexiones, trotamos, saltamos,

            sudamos. Al final, los tres nos sentamos con las piernas cru-
            zadas en el suelo de tierra, cerca de nuestros uniformes color
            kaki de liceístas. También nuestros padres, obreros petroleros,
            vestían de kaki cuando marchaban a los taladros y  mechurrios

            insomnes que incendiaban las noches de la sabana.

                  Mientras se ponía su pantalón largo, mi nuevo amigo,
            Hernández Enzo, sacó un papelito doblado y me lo entregó.

            “Léelo”. Era un recorte de periódico. Lo desdoblé y leí con
            asombro y admiración. En la foto aparecía el mismo tipo que
            yo tenía enfrente. Nunca había visto a nadie conocido en un
            diario. La memoria rescata que allí decía que en el campeonato

            nacional de beisbol infantil, el niño Enzo Hernández había sido
            la gran revelación en el shortstop. Seguí leyendo elogios y entre
            las novedades que conté a mis padres sobre mi primer día de
            Educación Física, les dije con orgullo que estudiaba con un

            muchacho que aparecía en los periódicos.

                  Enzo y Jesús Laucho vivían en San Tomé (allí sí había
            un estadio de grama que hicieron los gringos, pero nos es-

            taba vedado); yo vivía en El Tigrito. El segundo y tercer año
            lo estudiamos en el Liceo Guanipa, pero al pasar al 4.º año,



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