Page 61 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
Nos encontramos en febrero de 1989 asediados por una
deuda externa de 27 000 millones de dólares, que re-
quieren para su servicio más de la mitad de nuestros
ingresos de exportación. La crisis acumulada de años
anteriores desembocó en un régimen de control de cam-
bios que permitió una importación desenfrenada de
pequeñas y grandes corruptelas, que contribuyeron a
drenar nuestras reservas internacionales hasta límites in-
compatibles con nuestras necesidades. La política finan-
ciera carecía de flexibilidad y autonomía suficiente para
responder a los requerimientos de la economía, y tasas
de interés bajas en relación a la inflación estimularon el
drenaje de recursos y el despilfarro del crédito bancario.
La política de regulación de precios, las políticas aran-
celarias, los recurrentes subsidios y exoneraciones habían
favorecido la inflación y un déficit fiscal del orden del 8 %
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del producto .
Allí estaba, grosso modo, el país de 1989. Todavía, para
terminar de dibujar el cuadro, el entonces presidente Pérez
puntualizó otros rasgos de la situación y de la política eco-
nómica: I) economía ineficiente, subsidiada, sobreprote-
gida, sin estímulos para la competitividad, sin capacidad
exportadora; II) deterioro regional; III) debilitamiento del
Poder Judicial; IV) intervencionismo creciente sin objetivos
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claros; y V) crecimiento de la burocracia y el gasto público .
En lo social, la política de subsidios (bono alimen-
tario, becas escolares, leche popular, bonos de transporte)
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Carlos A. Pérez, «La violencia fue una acción de pobres contra
ricos», en: El Nacional, Caracas, 4 de marzo de 1989, p. D-1.
3
Ibid., pp. D-1, IV y V.
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