Page 29 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera


              como Chapita. La doctrina Betancourt cayó por el peso de
              la realidad, cuando Iberoamérica se vio sembrada de es-
              padas, con regímenes militares en el centro y sur del sub-
              continente, durante la década 1970-1980. Venezuela no
              podía aislarse de sus vecinos.
                  Tumultuosos fueron los años betancuristas. Dos insu-
              rrecciones militares en 1962, conocidas como el Campa-
              nazo (4 de mayo) y el Porteñazo (2 de junio), echan más leña
              al fuego de un año que se inició con una gran huelga del
              transporte. Las organizaciones de izquierda consideraron
              maduras las condiciones para la creación de las Fuerzas
              Armadas de Liberación Nacional (FALN). Legiones de
              jóvenes universitarios abandonan las aulas y se van a las
              montañas de Venezuela a instalar frentes guerrilleros.
                  Es la hora de los sueños y de «tomar el cielo por asalto».
              La utopía se construía bastante cerca, en una isla del Ca-
              ribe, el mismo mar que baña las costas venezolanas. El
              ejemplo de la Revolución cubana, la figura legendaria de
              los barbudos que bajaron de la Sierra Maestra a instaurar el
              socialismo, prendía en el ánimo de las juventudes políticas
              de toda Latinoamérica. La canción protesta lanzaba sus
              mensajes a los cuatro vientos. El intrépido desafío de Fidel
              Castro, Camilo Cienfuegos y Ernesto «Che» Guevara al
              imperialismo yanqui —reedición en América Latina y en
              el siglo XX de la lucha de David contra Goliat— exalta los
              espíritus y sentencia todo escepticismo. No comprometerse
              es una forma de compromiso, se sentencia.
                  El arte asume posición. La literatura comprometida
              circula de mano en mano. Los intelectuales deben definir
              su papel en esta hora de confrontación. Cuando el «gue-
              rrillero heroico» Ernesto «Che» Guevara escribe «otra
              vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante», los

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