Page 25 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
traste con todo proyecto de país. A esta se suman la fiebre
amarilla, el paludismo, la tuberculosis y la desnutrición.
Son tragedias que se retroalimentan entre sí y forman un
círculo vicioso. Sus únicos usufructuarios son los cau-
dillos, quienes imponen su cacicazgo a troche y moche.
Mantener las condiciones de miseria y atraso es vital para
ese caudillismo cuyo soporte es, precisamente, el atraso
y la miseria.
Será uno de esos caudillos —¿podía ser de otra ma-
nera?— el que le pondrá fin al caudillismo, en las pos-
trimerías del siglo XIX. El general Cipriano Castro, en
1898, invadirá al país desde Colombia y con sus huestes
andinas no se detendrá hasta la conquista del poder de
la devastada república. Los derrotados no aceptarán sin
combatir la entronización de un jefe único y si antes com-
batieron entre sí, ahora se unen contra Castro. Los últimos
caudillos, dispersos por el país, organizan una revolución
que bautizan con el nombre de La Libertadora, la cual los
condujo a la cárcel o al destierro. Aplastada en 1902 en
la batalla de La Victoria, esa revolución sería el epitafio
del caudillismo en Venezuela. Cipriano Castro habría de
enfrentar a enemigos más poderosos. En 1903 varias
potencias europeas —Alemania, Holanda, Italia— blo-
quean las costas venezolanas para obligar al país a pagar
la deuda con esas naciones.
Mediante el Protocolo de Washington se le impone
al Gobierno nacional un sistema de pagos que compro-
mete el 30 % de sus ingresos a lo largo de muchos años.
En 1908, Castro viaja a Europa por motivos de salud y su
ministro de Defensa y hombre de confianza, Juan Vicente
Gómez, asume el poder. A este le sucedería su también mi-
nistro de la Defensa, el general Eleazar López Contreras.
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