Page 331 - Escritos de ayer y hoy
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tercero, tanto de la mujer como del hombre, si es así debería
          ser una relación estable".
            YVL: —¿Duerme todavía en chinchorro?


             FSR: —Oye... Tú sabes que estuve largos años durmiendo en chincho-
            rro y ya en la década de los 80, cuando regresé al país, fue que volví otra
            vez a acostarme en cama; me costaba realmente porque estuve 17 años
            durmiendo en chinchorro.



            Señala una anécdota familiar de su retorno a la ciudad que
          se dio por los años 80, cuando regresó precisamente al lugar
          donde se realiza esta entrevista. Él estaba comiendo con su cu-
          ñado y...


             FSR: —Abren la puerta y llegan todos los nietos y me abrazan con
            inmensa alegría, y me dice el cuñado: “Oye, Fernando, tú sí eres sortario.
            Mira como te quieren esos muchachos y tú que no les das nada a ellos, y
            yo que les doy todo a los míos no me hacen ni café”. Yo le contesto: allí
            está la diferencia, porque les sembré sentimientos de amor y ellos cono-
            cen la historia. Y le agregué, entre risas de cariño, que sus muchachos le
            podían salir puntofijistas (hoy utilizaríamos la palabra escuálidos).


          Su historia es la herencia de su familia


            YVL: —¿Las montañas de El Bachiller son testigo de su
          buena relación familiar con sus hijos y nietos?

             FSR: —Algunas veces los concentro en la montaña de El Bachiller y
            van los tres hijos, los nueve nietos y los bisnietos, y estamos tres días y
            tres noches. Ellos me recitan poesía, hablamos de historia; recorremos
            todos los huecos que quedaron de los cadáveres que sacamos de allá hace
            unos cuatro o cinco años, que ahora están en el mausoleo de Guaribe.
            Una vez la diputada Mary Eizaga le preguntó a una nieta, refiriéndose al
            viaje: ¿Y cómo te fue con el abuelo? Y ella contestó: “Muy bonito. Mu-
            chos pájaros y montañas, y ya yo sé por qué no agarraron al abuelo”.

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