Page 329 - Escritos de ayer y hoy
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FSR: —No, yo creo que lo rebelde no le viene a uno por herencia, sino
por conocer la realidad y el sensibilizarse ante una situación, y yo creo que
a temprana edad adquirí conciencia política –sentenció con intensidad.
Sus inquietudes lo llevaron al liceo Ramón Buenahora, ubi-
cado en su pueblo natal, Altagracia de Orituco, lo que le costó
su primera experiencia política. Relata que para el año 1953
expulsaron a un cura llamado Chacín Soto; con audacia señala
que no era su familiar, era un profesor muy querido en la po-
blación –indicó.
FSR: —La expulsión se produjo porque Chacín se negó a recibir a Pérez
Jiménez, que iba para el pueblo. Él dijo: “No, yo tengo un hermano preso
en Guasina, y pónganme preso”. Bueno, al padre lo expulsaron del liceo;
nosotros nos levantamos en solidaridad por siete días y allí entonces a mí
después me pusieron preso junto con otros estudiantes y me expulsaron del
estado Guárico. A partir de allí se me presentó una disyuntiva: seguir la
vida normal para ser educador, economista o abogado, o meterme directa-
mente en la lucha política. Ya a los 20 años tomé una decisión frente a mi
vida y desde entonces, sin pausa ni descanso, estoy en esta situación.
Con esta acción, Fernando demostró su estirpe revolu-
cionaria.
YVL: —¿Los mejores amigos, aún los recuerda?
FSR: —Yo he tenido amigos en diversas épocas. Recuerdo uno en es-
pecial, de Altagracia de Orituco, llamado Tomás Saldivia, que fue un
hombre de serenatas, de palos y de amoríos. Él estudió conmigo la pri-
maria y parte del bachillerato, pero ya en el proceso de lucha armada de
los 60 nos separamos por razones de clandestinidad y lo vine a ver casi
15 o 20 años después. Él tenía su negocio pequeño en el sector Ipare,
cerca de Altagracia, llamado La Cimarronera; un buen día me estaba
esperando con su mujer y todos sus hijos, y exclamó: “¡Mano binza como
si fuera ayer, no tenemos más nada que hablar!”.
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