Page 6 - El primer tutor de Bolívar
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Colección
Herederos de Bolívar
los momentos en que desaparecía de la escena política la Compañía
Guipuzcoana, se eclipsaba la estrella del feroz intendente Ávalos, y
surgía con medidas trascendentales el gobierno de Carlos iii, como
una esperanza en los destinos de América.
A poco andar nace, en 1783, el párvulo Símón, hijo del coronel don
Juan Vicente de Bolívar y de su esposa doña Concepción Palacios y
Sojo. Rico al nacer, lo fue más, cuando a los pocos días, el presbítero
don José Félix Jérez Aresteigueta le adjudicó un cuantioso vínculo,
legado que llamó la atención pública por la magnificencia del donador.
Dos años más tarde, muere el coronel Bo lívar quedando el huérfano
Simón, así como sus hermanos, bajo la tutela de la madre. Pero
como la ley española, en casos como éste, favorece los derechos
del privilegiado, la Audiencia de Santo Domingo al tener noticia de
la muerte del coronel Bolívar, nombró un tutor ad litem al párvulo
Simón, recayendo el encargo en la persona del ya célebre abogado de
Caracas, don José Miguel Sanz.
Es una ley de los contrastes, nacer rico y morir pobre; sembrar
beneficios y cosechar abrojos; alcanzar nombre preclaro y morir
abandonado; imperar, triunfar, ascender al zénit de la gloria y
desaparecer silbado y maldecido. El infante Bolívar que, antes de
poseer la razón, venía la ley a ampararle la cuantiosa fortuna que
poseía, estaba escrito que tendría que ser amortajado con camisa
ajena, cuarenta años más tarde. Todo esto no podía pasar por la mente
del tutor, quien tampoco podía presumir el trozo de niño que, bajo su
amparo, le entregaba la Audiencia de Santo Domingo. Aquel niño de
cinco años y el tutor de treinta y cuatro, después de mil peripecias,
debían tropezar por la última vez: el uno, el más joven, en el camino de
la fuga: el otro, el anciano, en el camino de la muerte.
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