Page 87 - El cantar del Catatumbo
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hombre de abajo, el venezolano desoído, es dueño del
            aire, de su libertad y su proclama.
               Estas es una de las experiencias más directas de la
            legación del poder a la voluntad y la expresión del pueblo
            y es parte de la restauración de una dignidad conculcada
            por las minorías a los olvidados de Venezuela.
               La visita termina en Adícora con Benito y yo en el
            Pimienta Café cuyo dueño, Emilio Graterol, despierta al
            mar con su guitarra todos los amaneceres. Hablamos de
            César Seco, de Antonio Trujillo, poetas de primer agua
            tan lúcidos y precisos. Y la plática va y vuelve tratando
            de seguir barajando propuestas para la transformación
            de Venezuela.
               El diálogo es sobre cómo extender estos emprendi-
            mientos para que se unan, múltiples y libres las voces de
            esa gran asamblea popular que sustenta a la revolución.
            Cómo propagar con imaginación las acciones en todas
            las áreas y en todo el territorio para tramar creativamente
            la red que sostenga el impulso de una sociedad con
            nuevos valores hacia una nueva historia.















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