Page 92 - El cantar del Catatumbo
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obsequios delicados y misteriosos: unas cajitas conte-
           niendo la fotografía de una de las mujeres que fueron
           de más hermosas del lugar. Una suerte de relicario con
           un rostro desconocido, como un mensaje de un amor
           ajeno y remoto.
              Los cantores, todos de largo prestigio en la región,
           se han reunido para homenajear un altísimo maestro de
           la guitarra, don Alirio Díaz, quien, moreno y enjuto,
           con sus manos hechas casi de la misma madera que su
           instrumento, ensaya unos compases de agradecimiento
           a los serenateros.
              Luego asisto a un diálogo entre tres máximos poetas
           de Venezuela: Ramón Palomares, Gustavo Pereira y Luis
           Alberto Crespo. El tema es su país. Una lección magistral
           de la que aprendí mucho. Sobre toda política, hablan
           de los auténticos fundamentos de su tierra. Hablan
           como si fuera humana, reconociendo a los hombres
           por lo que tienen de ella, de sus vehemencias, de sus
           sueños y sus merecimientos. Y lo hacen con hondura,
           con la intensidad de quienes se reconocen hechos de
           su noble e intocable dignidad. Designan todo aquello
           que deberá defenderla sea el tiempo que fuere, con la
           sabiduría de quienes, por creadores, saben que es a su
           espíritu, a su totalidad generosa y libre, a quien deben
           honrar y responder todos. Para merecerla.
              La Casa de la Diversidad Cultural, institución que el
           gobierno ha creado en cada una de las regiones, quiere


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