Page 61 - El cantar del Catatumbo
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Incitados por los medios de comunicación, este fue
            el detonante que esperaban para el golpe militar. El ge-
            neral Efraín Vázquez Velazco declaró que no acataría las
            órdenes presidenciales, y luego, el vicealmirante Víctor
            Ramírez Pérez —que había estado complotando desde
            meses atrás en New York y Washington— se pronunció
            en igual sentido.
               Chávez, ante las amenazas de bombardeo al palacio,
            se entregó en las primeras horas del día 12 y fue encar-
            celado en el Fuerte Tiuna, desde donde lo trasladaron
            a la base naval en el estado Aragua y, finalmente, a La
            Orchila, donde —¡Oh, casualidad!— encontraron un
            avión del Departamento de Estado para trasladarlo a
            Puerto Rico, sin que descartaran —los cuadros mili-
            tares y políticos más radicalizados— la posibilidad de
            asesinarlo.
               El empresario Pedro Carmona Estanga anunció que
            asumiría el poder y disolvería las instituciones. No duró
            mucho. Una decidida e irrefrenable pueblada dispuesta
            a todo provocó que el resto de las Fuerzas Armadas
            se reagruparan en defensa del Presidente derrocado,
            quien, acusando a los Estados Unidos de estar tras de
            la intentona golpista, retomó el poder con un discurso
            conciliatorio dirigido a todos los venezolanos, a las 3:30
            del día 14.
               Con todo, los intentos por derrocarlo persistirían.
            En octubre un grupo de militares se atrincheran en una


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