Page 65 - El cantar del Catatumbo
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Cuba no es víctima solo de esta ignominia: aún debe
soportar en su territorio ese campo de concentración
neonazi que es Guantánamo, donde el país del norte
tortura para enmascarar sus actos y no desenmascarar
su injusticia.
Los corifeos de Wall Street ven cómo se empañan
los testículos del toro de la bolsa, esa suerte de bola de
cristal (en este caso de bronce ) donde cada cifra de los
usureros es un patíbulo para los pobres de este mundo.
George W. Bush pide que se inyecten miles de mi-
llones de dólares para salvar de la debacle a los bancos.
Es inútil, la donación solo redunda en un nuevo botín
para los defraudadores. La deuda es impagable, la resu-
rrección supuesta solo enriquece la fuga. Los ciudadanos
norteamericanos quedan en la calle, pierden sus casas
y, por primera vez, la fe ciega en el sistema.
En Latinoamérica ya se ha reunido antes el Unasur
para respaldar a Evo Morales, quien expulsó al emba-
jador norteamericano en Bolivia por intentar fomentar
la secesión de los racistas en la media luna del oriente
boliviano.
En Venezuela se descubre un complot para asesinar
al presidente Chávez. Los conjurados para el magni-
cidio arguyen que esos planos —puestos al descubierto
en sendas grabaciones— no son actuales. Las pruebas
demuestran lo contrario.
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