Page 140 - El cantar del Catatumbo
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el anciano propietario fuma, detenido desde hace años
           en la misma hora, con la molicie con que sus antepa-
           sados miraban pasar el desierto.
              De la selva que ha retrocedido hasta el fondo quedan
           sus últimas dentelladas, cejas de vegetación a la vera
           del río.
              El avance agrícola-ganadero sobre la Amazonía en
           toda su extensión, sobre todo en miles de hectáreas
           depredadas por la ambición delincuente de los terra-
           tenientes (capaces de llegar al asesinato masivo como
           ocurrió con la matanza de Los sin Tierra en Brasil ), la
           avidez del imperio por hacerse con las grandes fuentes de
           agua potable —el Amazonas y sus afluentes, las cuencas
           y lagos de la Patagonia—, ponen en peligro la existencia
           misma de la vida sobre el planeta.
              Venezuela posee una naturaleza desbordante, al igual
           que toda América Latina. Su preservación debe ser una
           política de Estado inclaudicable y una iniciativa común
           a todo el continente y las islas. Con una legislación que
           la proteja, dentro de un macro programa que podría
           asumir la Celac entre sus más urgentes prioridades.
              La existencia armónica del hombre entre los dones
           de la tierra se ha convertido en una utopía. Y hay que
           replantear cuáles son los valores que, más allá de los
           que pregonan el mercado y el consumismo desmedido,
           pueden darle sentido y plenitud a su breve paso por
           este mundo.




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