Page 136 - El cantar del Catatumbo
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REGRESO A CARACAS
Después de más de dos años vuelvo a Caracas. Ya en
Maiquetía por los cristales del aeropuerto veo los za-
muros girando a lo lejos y el aire del mar, lento y ca-
liente, como el de una fruta asoleada. Y retorna ese
golpe de alegría, esa extensión del alma que me ocurre
cada vez que regreso a esta tierra.
Caracas no cambia. Es una suerte de caracola entre
los cerros troquelados por el caserío, el verde inmensado
de nubes y los pozos de luz del Avila, que se desencadena
en bocinazos, tumultos y ferias callejeras; atrabiliaria
pero intensa, con su gente apasionada, tonante, afirmada
en la potencia luminosa de sus lares.
Todos en un estado de presente excesivo pero atando
hilo a hilo el gran telar de sus raíces, fundándose con-
tinuamente al impulso de su imaginación. El negro,
el zambo, los pueblos originarios, el criollaje, los
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