Page 31 - El Estado Docente
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cer pedagógico. Ello ha hecho decir que somos prolongación de
             Europa, con lo que se niega nuestra autenticidad y lo que el mesti-
             zaje de pueblos y de culturas aportó al desenvolvimiento de la cul-
             tura de Occidente. Pero nuestra América, según lo apuntó Leo -
             poldo Zea, hace una

                toma de conciencia de la propia realidad… Iberoamérica sabe ya que
                la historia es algo que hacen todos los hombres y con ellos todos los
                pueblos. Sabe también que en esta historia tiene una parte, sin impor-
                tar que sea o no principal. Sabe que su mestizaje, no tanto etnológico
                como cultural, puede ser el punto de partida que la coloque dentro de
                esa historia en una situación, posiblemente, especial.
                Esa “toma de conciencia” compromete a la revisión de nuestro
             sistema educativo y con ello de los valores que en él están implíci-
             tos. Nuestra organización escolar tuvo inicios esclavistas en las
             encomiendas y bajo el patrocinio de los misioneros, que intentaron
             la catequización de los indios para incorporarlos, ya mansos, a la
             explotación de un continente, que era fuente de producción para los
             países conquistadores y que no podía explotarse sin el concurso de
             mano esclava. Luego, nuestra condición de países explotadores de
             materias primas provenientes de las minas, de los bosques o de la
             agricultura, fomentaba la incultura, porque esas explotaciones no
             requieren trabajadores expertos, con adecuado entrenamiento que
             los pueblos industrializados precisan. Mientras la industrialización
             en Europa y Estados Unidos aniquiló el analfabetismo y fomentó la
             cultura popular, debido a que la producción en las máquinas no
             puede hacerse eficazmente con analfabetos, incapaces para inter-
             pretar órdenes difíciles y manejar mecanismos complicados, en
             nuestra América prosperaba la incultura. La escuela tuvo desde sus
             inicios un fuerte acento de organización encargada de atender a las
             castas privilegiadas que podían pagar la educación de los hijos.



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