Page 17 - De mi propia mano
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la cultura se ocupa de las universidades de Bolivia en 1825, y aunque no fue
                 periodista auspicia y funda órganos de prensa. Nada quedó fuera.
                    A la edad en que muchos están comenzando, Sucre terminaba con
                 brillo envidiable su carrera que en brevísimo lapso, precoz y acelerada-
                 mente, lo hizo hombre realizado a cabalidad en todos los ramos del servicio
                 patriótico.


                                  EL VERTIGINOSO HACER


                 Pero si increíble es el curriculum vitae, también lo es la fantástica actividad
                 que él despliega. Sus treinta y cinco años fueron un solo y continuo afán.
                 Casi no hubo para él adolescencia ni mocedad. De la infancia pasa a la
                 adultez. Toda la colección de documentos que compone este libro certifica
                 esa diversidad. Basta recorrer el índice donde a cada pieza hemos dado
                 por título una frase extraída de la misma. De esa enorme, sobrehumana
                 actividad, da fe –por ejemplo– el hecho sobrecogedor de que un día, el 6 de
                 septiembre de 1822, expide y firma en Quito 52 comunicaciones.
                    Buena parte del material que sale de su despacho es obra de su propia
                 mano. Disponemos de un dato ilustrativo sobre el ritmo de la faena que allí
                 él realizaba, la cual puede medirse por el saldo secretarial: “Ante ayer hace
                 un mes que llegué aquí y he gastado resma y media de papel de la que resma
                 y cuarto ha sido a las guerrillas”, declaraba en abril de 1824 . ¡Setecientos
                                                                     4
                 cincuenta pliegos de escritura concreta en treinta días!
                    El de Antonio José de Sucre es el caso de un hombre que no tuvo vida
                 privada. Él repetía: “alistado desde mi infancia en las filas que han com-
                 batido por la independencia” . En su casa imperaba la realidad castrense:
                                           5
                 su padre, sus dos abuelos y cuatro bisabuelos y los más de sus tatarabuelos
                 fueron militares. Lo consumió el servicio público en el riesgo y el éxito de
                 la guerra. Después de mucho y mucho desearlo, el 6 de octubre de 1828
                 pudo al fin decir en Quito: “Llegué aquí el 30 de septiembre; y (…) estoy
                 ya reunido a mi familia. No sé cómo me irá en mi nuevo estado; una vida
                 extraña a la que he tenido desde quince años; lazos que cambian en cierto

                 4. IV-277.
                 5. Doc. II-168.


                                          BIBLIOTECA AYACUCHO
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