Page 288 - Agroecologías insurgentes en Venezuela Territorios, luchas y pedagogías en revolución
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288 |  Agroecologías insurgentes en Venezuela



         empresas o iniciativas comunitarias o familiares, y otras fueron sujetas
         a escalamientos importantes, como la producción de variedades de
         papas autóctonas, a partir de la integración de experiencias campesinas
         y científicas en el páramo merideño. Esta iniciativa es impulsada en la
         actualidad, por el programa Alianza Científico-Campesina y ha permitido
         profundizar espacios para el debate, las críticas y la construcción colectiva
         de una categoría muy esquiva en su praxis, como lo es, el diálogo de saberes.
         En estos espacios, y de manera similar, en los ámbitos de formación
         agroecológica municipalizada (i.e., desde lo local), la agroecología ha
         alcanzado, conceptualmente, un nivel que favorece el trabajo creativo-
         colectivo y constituye una fuerte señal descolonial, a la visión impositiva
         que caracteriza a la racionalidad científica cuando se relaciona con otras
         racionalidades que considera subalternas.
            En estas dos décadas, la agroecología se ha imbricado, con un fuerte
         magnetismo, a la noción de comunas, a la organización política comunal
         y al Estado comunal como horizonte. Un tránsito lúcido y tortuoso que
         requeriría  de  un  análisis  propio  y  extenso  (una  tarea  pendiente).  Pero  es
         menester mencionarlo, porque el pensamiento comunal ha tenido una fuerte
         apropiación de la agroecología como bandera para la producción agrícola, en
         sus espacios, y ha generado una mixtura entre dos conceptos muy potentes
         (pensamiento comunal y pensamiento agroecológico), tanto en la resistencia
         como en la consolidación de las iniciativas comuneras en todo el país.


         La agroecología  en Venezuela: entre  las  tensiones  internas  y  las
         crisis globales
            Transcurridos  diez años  de promulgada  la  Constitución,  se había
         establecido una profunda transformación del tejido estatal en la dimensión
         agroalimentaria y, paralelamente, se había propiciado una revolución del
         protagonismo social (marcada por la subjetividad identidad-poder).  El
         sentir  colectivo, en el  mundo rural y  los propulsores  de  la agricultura
         ecológica  o sostenible,  era la  percepción de  un  horizonte  amplio de
         oportunidades y escenarios promisorios para la transformación del modelo
         agroalimentario  industrial, a favor  de nuevas alternativas. La propuesta
         gubernamental logró importantes avances en la lucha contra el latifundio,
         mejoras para el sector campesino y, de manera más limitada, avances en
         pro de la sustentabilidad de la actividad agrícola.
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