Page 291 - Agroecologías insurgentes en Venezuela Territorios, luchas y pedagogías en revolución
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Agroecologías en el siglo XXI: síntesis de un esfuerzo colectivo | 291
biológica y cultural, lo que afecta, de manera sistémica, acelerada y creciente,
innumerables ecosistemas del planeta, hasta alcanzar en la actualidad,
la afectación de los sistemas biogeoquímicos más complejos del globo, que
modulan todas las formas de vida, incluidos todos los factores que hacen
posible la agricultura y el acceso a los alimentos. No es de sorprender,
entonces, que un modelo económico basado en el crecimiento continuo y
una cultura fundada en el consumo fútil no sean viables en un planeta con
fuentes de materia y energía fósil finitas; de allí, las continuas —y cada vez
más graves— crisis del capitalismo.
Ignorar estas tres variables en la formulación de políticas públicas,
programas, áreas estrategias de investigación, e incluso, programas de
formación, constituye una forma de negación de una realidad tanto
compleja como comprometedora, que podría tener repercusiones en la
consecución de la soberanía alimentaria y la sustentabilidad agrícola: en
tanto, las crisis son de carácter ecológico, no hay posibilidad de quedarnos
en un imaginario de eterno presente, asumiendo un planeta impávido.
En síntesis, y forma parte del reto que nos acomete como pueblo,
está la confrontación de racionalidades que se manifiestan en los espacios
de debate y toma de decisiones, locales o nacionales, sobre la dimensión
agroalimentaria; entre las más notables, tenemos: la racionalidad científico-
capitalista, la racionalidad científico-socialista y la racionalidad de la vida.
Las dos primeras comparten la noción de que el conocimiento que se genera
desde la actividad científica permite una comprensión tal de los procesos y
mecanismos de la naturaleza, que confieren al ser humano la capacidad de
controlarla y ajustarla de manera precisa a sus aspiraciones de producción,
desde la siembra hasta la salud humana. En la racionalidad científico-
capitalista, la objetivación (cosificación) de la naturaleza y las personas
(campesinos, productores o comensales) les atribuye a estas la categoría
de mercancía, enajenándolos de su condición de vida. Mientras que, en
la racionalidad científico-socialista, emergen consideraciones importantes
acerca de la sacralidad (ética de la vida) de los sistemas agrícolas y los
seres humanos, por su carácter socialista, que presentan una efectividad
muy limitada por la marcada expresión del componente científico, que
cosifica —como objeto de estudio— cualquier componente del sistema
socioecológico. Estas dos racionalidades coliden de manera frecuente en el
debate público y conforman la pugna central del modelo agroalimentario
nacional; sin embargo, hacen fuerza común —primordialmente desde la