Page 14 - Agroecologías insurgentes en Venezuela Territorios, luchas y pedagogías en revolución
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y epistémicos de la coexistencia entre los seres humanos y la naturaleza, o,
según el análisis de Rosa Luxemburgo, el aniquilamiento de las formas de
vida y de economía no capitalistas.
Asimismo, esa ruptura ontológica de una coexistencia con la naturaleza
asume una dimensión epistémica, especialmente en la imposición subjetiva
de otro paradigma territorial, enmarcado en la negación, invisibilización
y supresión de otros modos de pensar, habitar, coexistir, propios de un
conjunto de conocimientos que articulan las relaciones sociales y que
configuran otro paradigma onto-epistémico de las civilizaciones que
habitaban el Abya Yala antes de la conquista (Barbosa, 2019).
Conocer esa génesis de la fractura ontológica es fundamental en dos
perspectivas: a) en la interpretación crítica y precisa de que la lucha de
clases en Latinoamérica y el Caribe tiene en la problemática de la tierra y
del territorio el eje central; b) que un proyecto político de emancipación
debe de asumir, en un horizonte revolucionario, la recuperación de la
unidad dialéctica trabajo-naturaleza.
En las prístinas revoluciones de nuestra región, sobre todo en
las revoluciones del siglo XX, tales como la Revolución mexicana, la
Revolución cubana y la Revolución Sandinista, estaba latente la urgencia
por recuperar la unidad dialéctica con la tierra. Las consignas políticas
de estas revoluciones se centraron en la denuncia histórica de la función
sociocultural y política del latifundio en el proceso de expropiación
territorial y de subordinación progresiva de los pueblos indígenas y
campesinos. En el caso de la Revolución mexicana, las consignas «tierra
y libertad» y «la tierra es de quien la trabaja», ambas inmortalizados por
Emiliano Zapata y Pancho Villa, tradujeron la reivindicación de la reforma
agraria y de la propiedad comunal de la tierra como base de un proyecto
nacional-popular.
La consolidación de la reforma agraria constituía un paso fundamental
para la superación del latifundio, empero no fuese suficiente en la
reconstrucción de los sentidos ontológicos de pertenencia con el territorio,
una vez que ese proceso estaba condicionado a una ruptura radical con el
paradigma de desarrollo instaurado por el capitalismo en una escala global.
En las décadas siguientes a estos procesos revolucionarios, los países de
América Latina y el Caribe ingresaron en los ciclos de la revolución verde,
con la profundización de un modelo de producción agropecuario marcado
por la mecanización, el uso intensivo de agroquímicos, la intensificación