Page 126 - Agroecologías insurgentes en Venezuela Territorios, luchas y pedagogías en revolución
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126 | Agroecologías insurgentes en Venezuela
Como de germinados y germinaciones hablamos, es justo e inevitable
referirnos al modelo o vocación que nos fue instalada artificialmente
durante todo el siglo XX, y cómo fue que los gestos más simbólicos que
pragmáticos de Hugo Chávez comenzaron a darle un vuelco a la visión
que los jóvenes tenían y tienen ahora (2020) del país.
Un siglo duró el moldeado de la sociedad venezolana, desde el año
en que se inicia formalmente la explotación petrolera a gran escala
(1917) hasta el momento en que el principal ejecutor y beneficiario de
esa explotación, Estados Unidos, decide hacer colapsar el funcionamiento
y la institucionalidad de Venezuela, mediante bloqueos y presiones
internacionales de todo tipo (2019). Durante 80 años, la potencia
norteamericana se dedicó a crear y organizar, dentro de un país esencialmente
rural, estructuras físicas y orgánicas que auspiciaron esporádicos momentos
o sensaciones de prosperidad. El proceso fundamental del siglo XX, que
fue la urbanización y la creación de ciudades industriales, debió cumplir
el requisito de la migración masiva y el abandono de hábitos y prácticas
culturales y productivas. Este modelo —que hizo de Venezuela una suerte
de mina de extracción, con capacidad de compra, endeudamiento y entrega
de riquezas a concesionarios y acreedores— comenzó a resquebrajarse a
finales del siglo XX.
Lo que el mundo se ha acostumbrado a llamar “la crisis venezolana”
suele relacionarse con la irrupción del chavismo como corriente con
fuerte signo antiimperialista, ahora en funciones de gobierno. Pero las
claves de la gestión del colapso se encuentran en el modo en que una
potencia imperial diseñó y le dio forma al precario funcionamiento
de un país, y en sus esfuerzos por hacer inviable un real proceso de
independencia. Cuando un país A decide cómo va a ser la gestión de la
energía, de qué manera se mueve, se piensa y se funciona en el país B, ya
este no es exactamente un país sino un apéndice de aquel. Estados Unidos
decidió cómo habríamos de ser; cómo nos procuraríamos el alimento,
el vestido, la vivienda, el entretenimiento y la movilidad. Tenemos más
carreteras y menos ferrocarriles que ningún país de Suramérica, tenemos
una dependencia fatua de un gigantesco, lento y mastodóntico generador
eléctrico ubicado en Guri (diseñado y construido por Estados Unidos),
fuimos convencidos de que producir alimentos y bienes no es necesario y
ni tan siquiera decoroso, si tenemos plata para comprarlos. Hasta que llegó
Hugo Chávez y, con media docena de discursos y anécdotas, nos empujó a