Page 93 - Marx Populi
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Miguel Mazzeo - Marx populi
Mi guel M azzeo - M ar x po puli
especie de desgarro coconstitutivo. Después se sucedió una manía clasif ca-
toria y se pusieron de moda unos lentes de ver “obstáculos” por todos lados:
precapitalismo, residuos varios, reliquias, desviaciones, debilidades, idea-
lismos, aparatos amorfos, tutti fruti, ensalada rusa, eclecticismo, especif smo,
mezclas anticientíf cas, elementos extraños e ideológicamente inestables,
f cciones peligrosas, factores perturbadores, funciones disgregadoras, patolo-
gías sociales y morales, “enfermedades infantiles”, indisciplina, decadencia y
un sin f n de posiciones tildadas usualmente de “pequeño-burguesas” susten-
tadas siempre por “renegados”, “oportunistas”, “negadores de la disciplina del
partido”, etc. Sin dudas, la más gastada fue la de “revisionismo”. Una cate-
goría bien f exible que englobaba revisionismos viejos y nuevos, de derecha
y de izquierda, una forma de nombrar presuntas falsif caciones y traiciones.
Los revisionistas fueron considerados como los “Caballos de Troya” del
capital monopolista en el seno del movimiento obrero, como subversivos,
escisionistas, etc. Carne de expulsión.
Es evidente que los revisionismos varían según la ortodoxia que los juzgue.
Ya hemos señalado que la ortodoxia no es una condición estática. La condición
ortodoxa ha estado siempre en disputa y cada una de las partes interesadas ha
pretendido f jar los principios cardinales, los rasgos de una “esencia” única. A
todas luces, se trata de una disputa absurda por una condición que siempre ha
sido improductiva.
La “teoría del ref ejo” fue la base “científ ca” a la que se apeló para explicar
los “obstáculos” que señalábamos arriba. De modo absurdo y absolutamente
antidialéctico, un conjunto de sujetos se constituyó en “anomalía” para el
marxismo.
De ahí en más, fue relativamente lógico el desarrollo de las visiones
marxistas que ponían el acento en una “dialéctica objetiva” con sus propias
leyes, en el método de las ciencias naturales (y en la analogía entre las leyes
de la naturaleza y las leyes de la sociedad), en las estructuras, en las experien-
cias estatales o en los fundamentos epistemológicos; o en todo eso al mismo
tiempo. Estas visiones potenciaron los costados mecanicistas y reduccionistas
del marxismo, sus contenidos más “cartesianos” y “newtonianos”. Fue casi
“natural” el proceso de conversión de la crítica ideológica en “ideología”
(para peor, de Estado) y el paso subsiguiente: la teorización de la ideología.
En el estadio más bajo de esta debacle, el marxismo asumió la forma de una
“doctrina estatal”, una jerga de burócratas, la lengua de los jerarcas; en f n, el
estalinismo en sus diferentes versiones.
A partir de textos de Engels ya mencionados (El Anti-Dühring, Dialéctica
de la naturaleza, Feuerbach y el f n de la f losofía clásica alemana) y, en menor
medida, de Lenin (Materialismo y empiriocriticismo y algunos pasajes de otros
trabajos) y en el contexto de la consolidación de los socialismos reales y la
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