Page 92 - Marx Populi
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7- Desgarros y contradicciones
Por lo general, Marx fue solidario con la alteridad (la mencionada opción
ética por los oprimidos, incluso cuando son carne de derrota) pero, al mismo
tiempo, no pocas veces parece resignado ante la ontología totalizante de la visión
teleológica. Se trata de la separación entre teoría y ética que señalábamos y que se
tornó usual a f nes del siglo xix cuando aparecieron las propuestas neokantianas
referidas a la necesidad de una ética complementaria para adosarle al marxismo.
Si por un lado Marx fue condescendiente con las decisiones de los sujetos
autónomos y supo amar la fragilidad de los cuerpos plebeyos en rebelión contra
los diversos órdenes opresivos; por el otro, en algunos pasajes de su obra, apeló
a un supuesto sentido orgánico, a una matriz perceptiva y a una subjetividad
que las descalif caban o las consideraban inviables. Su postura respecto de la
Comuna de París puede servir como ejemplo. En un primer momento consi-
deró la posibilidad de una insurrección como un “disparate”. Luego, cuando
esta estalló, manifestó su apoyo incondicional a los trabajadores y trabaja-
doras que, según su propia def nición, querían “tomar el cielo por asalto”. Y
no ocultó su entusiasmo. Finalmente, hizo un balance positivo a pesar de la
durísima derrota y consideró a la Comuna como una experiencia histórica
formidable de y para los trabajadores y las trabajadoras, un hito fundacional de
la revolución mundial.
A la hora de conferir sentido a los acontecimientos, muchas veces la
perspectiva teleológica se impuso a la perspectiva relacional y situacional, o
dicho de otro modo: la racionalidad (inclusive la “racionalidad crítica”) y la
fraternidad marcharon por caminos separados. Entonces quedó instalada en
el marxismo la confusión respecto de lo que era funcional o disruptivo, una
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