Page 132 - Marx Populi
P. 132

La revolución contra El Capital


           de Gramsci. Los bolcheviques llegaron a la mayoría a través de la táctica
           revolucionaria y no a la inversa, tal como sugería Luxemburgo. Lenin no
           se dejó seducir por el democratismo ingenuo que tenía a mano y que se le
           presentaba como relativamente lógico. Apostó por la creación colectiva de
           posibilidades no previstas, por la proliferación de los enunciados performa-
           tivos: ¡Representación directa de los productores! ¡Todo el poder a los soviets!
           ¡Aprendamos  de  los  comuneros  la  intrepidez  revolucionaria!  ¡Destruir  la
           maquinaria  del  Estado!  ¡Expropiar  a  los  expropiadores!  ¡Saltearse  la  revo-
           lución burguesa! y rebelarse al unísono contra la autocracia de los zares y
           contra  la  democracia  formal  y  parlamentaria...  ¡Desatar  la  revolución  en
           Europa! e impulsar las rebeliones populares en territorios coloniales y semi-
           coloniales. La revolución penetrando desde la periferia del sistema mundial,
           asumiendo la forma de movimientos nacionales de liberación. Como diría
           Jacques Ranciere, la igualdad asumida como punto de partida, no como meta
           u objetivo por concretar a mediano o largo plazo. El sentido más recóndito
           del concepto de vanguardia, tal vez el único aceptable y el más defendible,
           anida siempre en la acción. No en la institución.
              No por casualidad el líder más emblemático de la Revolución Rusa reco-
           noció que el concepto hegeliano de universal concreto desataba en él la pasión
           y el frenesí. Veía en el universal concreto una fórmula admirable cuya cifra
           más recóndita y productiva radicaba en la posibilidad de pensar una totalidad
           que diera cuenta de la riqueza de lo particular y lo específ co. Esa pasión y ese
           frenesí por el universal concreto nos presentan al leninismo como la política
           que identif ca y nombra en una fórmula a todas las contradicciones que coin-
           ciden en una circunstancia histórica determinada.
              Cuatro décadas después de la muerte de Lenin, en La revolución teórica de
           Marx, Althusser propuso el concepto de “unidad de ruptura” para nombrar
           al paradigma de Octubre de 1917; el paradigma leninista. De esta manera,
           partiendo del marxismo, Lenin reforzó la idea que plantea la posibilidad de
           avances revolucionarios a partir de caminos diferentes. Podría decirse que esta-
           bleció el principio de la singularidad de las políticas emancipatorias. Luego,
           el marxismo-leninismo no siempre consideró esta posibilidad, menos aún los
           partidos marxistas-leninistas. Inclusive la desacreditaron reiteradas veces, cali-
           f cándola como una “desviación revisionista”.
              Entonces, “contra El Capital” quiere decir, también, contra el evolucio-
           nismo,  contra  los  esquemas  monistas;  contra  los  procesos  objetivos  y  los
           sujetos automáticos, en provecho de unos sujetos responsables y conscientes o,
           simplemente: “deseantes”; en benef cio de la potencia arrolladora de los y las
           de abajo, en favor de la excepcionalidad. Por supuesto, el sólo deseo no alcanza.
           Está claro que los verdaderos avances históricos de los pueblos ocurren cuando
           se combinan responsabilidad, conciencia y deseo.


                                          131
                                          131
   127   128   129   130   131   132   133   134   135   136   137