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Elogio de la anormalidad
lista de definiciones con sentidos similares. Creemos que estas alcanzan a
modo de ejemplo.
Además, el marxismo puede verse como una propuesta de reunif cación
de los saberes, planos y dimensiones de la vida que la modernidad y el capi-
talismo se encargaron de disociar. Marx siempre cuestionó y denunció como
un mal a la división del trabajo en el seno de la sociedad, incluida la ciencia.
Este es uno de los aspectos “antimodernos” más relevantes del marxismo que
se suele pasar por alto. Aquí no hace falta recurrir a la idea de la contramoder-
nidad o la transmodernidad. Tampoco hay que apelar a los costados emanci-
padores de la modernidad o a sus tópicos más reversibles. Simplemente: en
este punto Marx no es moderno, al tiempo que es un crítico temprano de
la posmodernidad (entendida como otra cara de la modernidad, de ningún
modo como su “superación”). Se trata de una propuesta epistemológica y,
sobre todo política, aunque aún falte desarrollar sus mediaciones específ cas
y sus formatos de concreción más ef caces. Bensaïd suma elementos que
abonan una condición no moderna del maestro de Treveris. En su Marx
intempestivo af rma que Marx, más que “def nir”, “desarrolla” y que sus cate-
gorías centrales “son ‘híbridos’ de materia y conocimiento”.
Existe un elemento de plasticidad o de f exibilidad en el marxismo,
probablemente estimulado por su objeto inestable siempre expuesto a la
incesante modif cación y, claro está, azuzado por la dialéctica que asume
–al decir de Adorno–, la mediatez de todo lo inmediato, que propone unas
categorías orientadas a la acción y un método que hace camino al andar. A
muchos marxistas este elemento les genera pánico y a nosotros y nosotras
nos fascina. Claro está, nos referimos a la dialéctica que no sabe cómo sigue
la historia. Los conceptos categoriales del marxismo no son factores f jos,
no están dados de una vez y para siempre. En los Grundrisse Marx se ref rió
a ellos como “formas de ser” o “determinaciones de la existencia”. Más que
principios explicativos son hipótesis (o programas) de trabajo. Y, además,
para realizarse, constantemente están perdiendo y ganando elementos. Son
la expresión teórica y abstracta de determinadas relaciones sociales históricas
que, por esta última condición, están expuestas a los cambios. Constituyen
“expectativas, más que reglas”, como decía T ompson en Miseria de la
teoría. Son susceptibles de reelaboraciones e incrementos; su signo es la
f uidez provista por su historicidad. Es decir, los conceptos categoriales del
marxismo, conceptos relacionales, tienen la virtud de actuar sobre el plano
material, sobre el mundo objetivo en el curso de la acción, y tienen la aptitud
de modif carlo. Por eso el marxismo posee la capacidad de revolucionar los
mundos conceptuales y los mundos concretos.
Consideramos que en esa plasticidad y en esa f exibilidad subyacen los
elementos que favorecen los usos no oportunistas de la teoría y que permiten
las traducciones y los arraigos más productivos. Esa plasticidad y esa f exibilidad
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