Page 675 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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          como los anunciados en las Sagradas Escrituras), pero más que nada
          en la opinión de santos y sabios teólogos. Ratifica: “… muy asentado
          tengo en el ánima que allí donde dije es el paraíso terrenal, y descanso
          sobre razones y autoridades sobrescriptas” (Colón: 102).
            El padre De las Casas justifica esta hipótesis, no solo por razones teoló-

          gicas, sino a partir de su experiencia directa en la zona, donde se fascina
          con hermosura de la naturaleza y la inocencia de los pobladores. Alega:
               La templanza y suavidad de los aires y la frescura, verdura y
             lindeza de las arboledas, la disposición graciosa y alegre de las
             tierras, que cada pedazo y parte de ellas parece un paraíso; la
             muchedumbre y grandeza impetuosa de tanta agua dulce, cosa
             tan nueva; la mansedumbre y bondad, simplicidad, liberalidad,
             humana y afable conversación, blancura y compostura de la
             gente. (Rosenblat: 22).


            Agrega que “aquellas provincias de Venezuela (…) son la tierra más
          rica y más próspera de oro y era de población que hay en el mundo”
          (De las Casas: 122).

          Venezuela: de Paraíso a Infierno

          Como lo denuncia De las Casas, el continente que él llama Colombia,
          con su Paraíso ubicado en Venezuela, se transforma en infierno por obra
          de los malvados europeos, cuyas acciones “ni son de cristianos ni de hom-
          bres que tienen uso de razón, sino de demonios” (De las Casas: 102)
          Son seres más inhumanos que “crudelísimos tigres y que rabiosos lobos y

          leones” que causan muerte y desolación: “… han muerto y despedazado
          totalmente grandes y diversas naciones” (De las Casas: 111). En el “Reino
          de Venezuela” concretamente “han asolado, destruido y despoblado estos
          demonios encarnados más de cuatrocientas leguas de tierras felicísimas, y
          en ellas grandes y admirables provincias, valles de cuarenta leguas, regio-
          nes amenísimas, poblaciones muy grandes, riquísimas de gentes y oro”.
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