Page 21 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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          historiográficas que han hecho un ejercicio crítico a los instrumentos
          teórico-metodológicos al servicio de la dominación. La noción de una
          historia nutrida de lo mejor del marxismo heterodoxo, los Annales, la
          Nueva Historia, la Historia Cultural, los estudios culturales, la propues-
          ta decolonial, las experiencias latinoamericanas, etc.; es más que ilus-
          trativa. También el acervo historiográfico de pensadores e historiadores

          venezolanos que marcaron y marcan escuelas progresistas, redunda la
          multiplicidad de sus afluentes. De allí que su metodología sea ecléctica
          y el uso de fuentes variadas, dando un giro copernicano a la temática, y
          acentuando objetos de estudio siempre reveladores y políticamente li-
          beradores. La Historia Insurgente plantea la emancipación político-his-

          toriográfica de actores, géneros, grupos, sectores, regiones y localidades
          hegemonizadas por un paradigma opresivo y negador de la igualdad y la
          inclusión. La Historia Insurgente busca combatir las creencias, estereo-
          tipos, prejuicios y la “violencia simbólica” opresoras; y de esta manera
          contribuir al fortalecimiento de una conciencia histórico-cultural des-
          colonizada del pueblo venezolano.



          IV

          La “subversión” que alude el término insurgente hace gala de rechazo
          contra toda autoridad que aúpa una supuesta neutralidad axiológica
          que no rompe ni un plato. Desde este mirador creemos que todo dis-
          curso histórico entraña un compromiso que no escapa de las condicio-
          nes propias de un sujeto que investiga y reconstruye procesos dialécticos

          desde un lugar de enunciación, desde un horizonte de sentido concreto.
          Pensar que la gramática de la historia es absoluta, nada restringida y que
          viene dada por un estudioso aséptico, es caer bajo la trampa del realis-
          mo ingenuo, o en peor de los casos en el ardid de lo más rancio de la
          tradición positivista. Visto así, para el historiador insurgente su objeto
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