Page 197 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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suele creerse ajena a militancias y contaminaciones políticas. Ese
apoliticismo convive en paralelo con las convicciones políticas y las
costumbres socialistas arraigadas, como conviven en paralelo en
nuestra sociedad un enorme número de relaciones sociales, repre-
sentaciones y valores socialistas y capitalistas. Se está librando una
guerra cultural abierta entre el socialismo y el capitalismo.
Agrego aún otro rasgo negativo que ha crecido: la conservatiza-
ción de la vida social. Parece ser aún más neutra que la despoliti-
zación, y podría verse solamente como una portadora de modas,
comportamientos, satisfacciones y normas que tienen su referente
en algo que porta el aura de lo intemporal. Como una “vuelta a la
normalidad” de la sociedad. Pero en realidad es un enemigo peli-
groso del socialismo, porque es una forma efectiva de desarmar la
actividad política y promover la simpatía por soluciones conserva-
doras a los problemas de la sociedad.
¿Avanzará el desarme ideológico?
¿Llegaremos a ser un país “normal”?
Frente a esas realidades adversas, Cuba conserva fuerzas profun-
das y enormes para mantener su revolución socialista de libera-
ción nacional, y un sólido potencial para desarrollarla hacia nuevas
metas, ambiciosas pero necesarias. Ante todo, se ha mantenido la
mayor parte de una política social que asigna recursos, brinda un
enorme número de servicios sobre bases socialistas de gratuidad
y universalidad, sostiene sistemas como los de salud, educación,
seguridad social y cultura, y protege a los grupos humanos con ne-
cesidades especiales.
El acumulado con el que contamos es impresionante a nivel
mundial. Un buen ejemplo de ello son los datos sobre las mujeres
cubanas brindados por el presidente Raúl Castro, en su discurso
ante la Conferencia sobre Igualdad de Género y Empoderamiento
de las Mujeres de la ONU, el 27 de septiembre de 2015. Las enor-
mes capacidades de formación general, técnica y científica, que
fueron un factor tan relevante para enfrentar la crisis, siguen sien-
do una gran ventaja permanente. La pacificación de la existencia
personal y familiar garantizó y elevó la calidad de la vida, las po-
sibilidades, los derechos, los nuevos problemas y los proyectos
de las mujeres, los hombres, los niños y los ancianos. En Cuba
no existen, desde hace más de 50 años, la violencia en la política,
las ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones forzosas ni las
torturas a detenidos. Las tasas de homicidios y de consumo de
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