Page 8 - Yo quiero ser como ellos
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parricida  en el corazón de una madre generosa”. Por si no fuera
            suficiente, el proyecto remata: “Se tendrá por aciago en la República
            el 17 de diciembre de 1830 en que murió naturalmente Bolívar,
            cuando debió morir de una manera ejemplar”.

                 La historia se repitió el 12 de abril de 2002 en Miraflores
            y el 6 de enero de 2016 en la Asamblea Nacional. En mi libro
            La espada sobre el fuego, reseño el rostro que del Libertador
            describieron  grandes poetas de América. Todos nos aproximan al
            Bolívar humano, todos evitan al Bolívar “clásico” de la oligarquía
            “caucásica” que todavía lo odia.


                 Bolívar cercenado

                 Los mismos que se apresuraron a retirar y esconder el retrato de
            Simón Bolívar el aciago 11 de abril de 2002, hoy se dedican a cercenar sus
            discursos y distorsionar sus proclamas. Esta gente, cuando no invisibiliza
            al Libertador, altera sus escritos y manipula su pensamiento. El vocablo
            “bolivariano” o “bolivariana” los espanta y no es para menos.

                 Durante la extinta Cuarta República pasaron de la marmolización
            del héroe a su minimización. Un extremo se dedicó a vivir del bronce y
            el culto al prócer, mientras otro, pretendidamente iconoclasta, usufructuó
            de la moda que ellos mismos impusieron; ésta no era otra que hablar mal
            de Bolívar. Alí Primera era entonces un solitario que le cantaba al Padre de
            la Patria, sin importarle el riesgo de la calificación de “cursis”.


                  El huracán revolucionario que se desató el 27 de febrero de 1989 y
            reapareció más organizado el 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992, arrasó
            con los mitos y estereotipos que mineralizaron al héroe y colocó en el
            medio de la calle al Bolívar subversivo, ese que incomoda a los buenos
            espíritus y revive en los burgueses rentistas el odio mantuano contra los
            patriotas de la independencia.

                 No es casual que entre la metralla de epítetos que lanzaron contra
            el líder de la insurgencia bolivariana del 4 de febrero de 1992, aflorara
            con toda su carga colonial y racista el calificativo de “zambo”. El siglo


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