Page 532 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles


                Pancho, a los primeros movimientos abandonó de un
            salto el sitio, emitiendo una especie de soplido. Por su parte,
            al sentirse libre de aquel peso agobiante el asustado sapo
            quiso emprender la huida; pero prisionero como estaba en
            su encierro de trapos y algodones, sus saltos no lograron
            otra cosa que poner a bailotear el cojín por toda la casa.
                A los bufidos del enfurecido Pancho salió la vieja con
            un palo en la mano, resuelta a descargarlo sobre el extraño
            cojín bailador. Pero, cosa rara, en el momento justo en que
            alzaba el brazo para golpearlo, un coro de voces al mismo
            tiempo dulce y lúgubre la hizo volverse. Eran los ocho
            retratos de sus ocho difuntos maridos, súbitamente ani-
            mados, a quienes al parecer divertía la danza del cojín, pues
            en un crescendo cada vez más poderoso, acompañaban aquel
            bamboleo tan raro con el sonsonete que también, para que
            brinquen a su compás, se les canta a los niños:

                ¡Sapito lipón,
                sapitó lipón,
                ni tiene camisa, ni tiene calzón!


                Entretanto, ya el cojín danzante había ganado la
            puerta, perseguido por el gato. Un salto feroz, un bufido,
            y ya las diez afiladas uñas desgarraban la funda. Entre
            los  algodones  dispersos  por  el  manotazo  de  Pancho  se
            vio aparecer al sapo. ¡Qué feo estaba ahora, tembloroso
            de miedo y cubierto de pelusas! Pero ya la niña corría en
            su auxilio. Al verlo perdido, toda ella se convirtió en una
            pluma soplada por siete gigantes, o en la luz de un relám-
            pago, o en una flecha de agua. Lo cierto fue que en un se-
            gundo le ganó distancia al zarpazo que ya bajaba, se echó
            a tierra y cayó como un ala sobre su trémulo amigo. Y allí

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