Page 462 - Sencillamente Aquiles
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EL OCASO DE LOS LOROS
Cuando yo era muchacho todavía
—y de esto hace ya tiempo; no lo ignoro—
recuerdo que en Caracas no existía
un solo hogar en que no hubiera un loro.
Mas pasaron los años, y hoy en día
—de solo recordarlo casi lloro—
ya no hay ni la mitad de los que había:
¡todos han hecho mutis por el foro!
Poco a poco la escoba del destino
con la implacable saña de un felino
los ha ido abatiendo en sus estacas.
Y el resultado de esto, oh caraqueños,
es que para descanso de sus dueños,
¡ya no quedan ni loros en Caracas!
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