Page 186 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles
¡la cebolla es la perla de la tierra
y esta sopa es la perla de las sopas!
Hoy gran dama, ayer moza de hostería,
la cebolla en un tiempo sufrió tanto
que a pesar de los años, todavía
todo el que se le acerca vierte llanto.
Como una Cenicienta sin madrina,
su infancia fue el rincón de una cocina
donde llegó a manjar de baja estofa,
pitanza de mendigos y juglares,
en tanto que en la mesa de los Pares
triunfaban el faisán y la alcachofa.
Ella fue de Villon musa y divisa,
ella de Pantagruel cantó la risa;
su historia juvenil es tan sencilla
que en dos versos la cuenta el menos parco:
ella lloró en Compiegne con Juana de Arco
y estuvo con el pueblo en la Bastilla.
Hasta que por su dicha y por la nuestra,
apareció Escoffier en la palestra,
y como quien del cieno alza una estrella,
o como el que en un rastro encuentra un Goya,
probó Escoffier la sopa de cebolla
y descubrió lo noble que hay en ella.
Y entonces le enseñó buenos modales;
de aroma y de sabor le dio lecciones,
la enseñó a comedirse en las porciones
y la sentó a las mesas señoriales.
Y así pasó derecho, de la nada,
a Madame Recamier sopificada.
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