Page 181 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa
de la ciudad al cielo,
del cielo a la ciudad.
¡Adiós, adiós! los niños
le dirán al pasar
y el niño sube-y-baja
tal vez le cantarán:
usted dormido abajo
refunfuñando: —¡Bah…!
y arriba los viajeros
cantando el pío-pa.
¿Pero por qué solloza,
si nada le ocurrirá?
¿Le asusta que las kódaks
aprendan a volar?
¿O dígame, es que teme,
¡mi pobre capitán!
que novios y turistas
se puedan propasar
y como a un conde ruso
lo tomen de barmán?
¿Es eso lo que teme?
¡Pues no faltaba más!
¡Usted de cantinero!…
¡Qué cómico será!
¡Usted, que más que conde
fue en tiempos un Sultán!
Con una nube en el brazo
diciendo: —Oui, madame,
en tanto que la triste
luna de Galipán
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