Page 178 - Sencillamente Aquiles
P. 178
sencillamente aquiles
Y vendrán los domingos —esbozo de sonrisa
sobre la adusta cara del tedio parroquial—
con sus pobres muchachas que concurren a misa
y su descolorida banda municipal.
Yo también daré entonces unos cuantos paseos
por la pequeña plaza, y acaso yo también
me incorpore a la cuerda de locales romeos
que «se tiran a fondo» con todo lo que ven.
Después para sus casas se irá toda la gente
mientras de algún potrero viene el triste gemir
de un burro que rebuzna melancólicamente
anunciando la hora de acostarse a dormir.
Y seguirá mi vida monótona y oscura
sin que en ella suceda nada trascendental,
salvo alguna pequeña discusión con el cura
o alguna periquera de tipo electoral.
Hasta que un día salga montado en mi tarima
rumbo del camposanto, y algún corresponsal
escriba mi elegía con esta frase encima:
«Ha muerto el secretario del Juez Municipal».
178