Page 177 - Sencillamente Aquiles
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POEMA RIGUROSAMENTE
PARROQUIAL
Un día —cualquier día— sin meditarlo mucho,
cansado de hacer versos cogeré mi morral
y en busca de sosiego me marcharé a un pueblucho
donde nunca suceda nada trascendental;
donde pueda pasarme la vida en un chinchorro
hablando con la vieja dueña de la pensión
sobre los amoríos de su ahijada Socorro,
la moral de estos tiempos, la mala situación…
Por las tardes, sin saco me sentaré a la puerta
—recostada la silla de cuero a la pared—
para ver al curita que en la plaza desierta
evoca las escenas cristianas de Millet.
Me llegaré otras veces al botiquín de enfrente
en donde los «pesados» juegan al dominó,
y allí tendré una charla pueril e intrascendente
con un bachillercito poeta como yo.
Seré el mejor amigo de un viejo excomulgado
detenido tres veces por el jefe civil
por acusar al cura de ladrón de ganado
y a la iglesia católica de empresa mercantil.
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