Page 50 - Sábado que nunca llega
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earle herrera


            (Y entre paréntesis —por qué no decirlo—: la piel del
            tigre lo organizamos un día largo y fastidioso hasta más
            no poder: domingo 10, doce meridiem, un domingo que
            se estiraba infinitamente de puro  tedio. Ya-que-siempre
            andamos juntos, en-vista-de que de cuando en cuando
            organizamos fiestas, teniendo-en-cuenta los muchos gustos
            comunes  que  nos  unen,  qué  razones,  grandes  o  chicas,
            existen para que no nos organicemos en un clan: «grupo de
            personas unidas por cualquier interés» ( [Pequeño Larousse] ).
            Luego de una discusión minuciosa y desacalorada de los pro
            y de los contra, decidimos proclamar allí mismo, al aire libre
            y en medio de la grama libertina, el solemne nacimiento de
            La piel del tigre.
                En el susodicho clan —a proposición de la gata
            o  felina—,  todos seríamos miembros de la base y
            presiden tes a la vez, es decir, la democracia absoluta y el
            derecho inalienable a pataleo, porque el centralismo fue
            rechazado  unánimemente en una simbólica muerte del
            dogma y de todos los dogmas, lo cual fue aprobado con
            la señal de costumbre: levantar la garra de fieras libres.
            Libres, eso es. Y fieras).
                Con La piel del tigre funcionando, las fiestas se
            hicieron más frecuente, la vida transcurría en un abrazo
            permanente, por no decir eterno. El amor dejó de ser
            circunstancial para inscribirse, voluptuoso, en el mundo
            de la cotidianidad. Todo ello ayudaba, sin dudas, a que
            cada quien cargara con su cruz con mayor entusiasmo,
            algo así como cuando con un dolor de muela del infierno,
            nos encontramos con alguien que también tiene un dolor
            de muelas del infierno. Allí nace entonces la solidaridad
            más sublime, del fondo del dolor, así sea de lo hondo de
            un vulgar dolor de muelas del infierno.

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